1922-1923
Oleo sobre lienzo,
81 x 65 cm
Nueva York, Madame Marcel Duchamp Collection

Miró - La masovera

De nuevo una visión mironiana del mundo campesino catalán, pero con los ojos ajenos y la distancia mental de alguien que vive en la ciudad. La campesina es representada de una manera próxima a la del primer Picasso cubista; es como si Miró estuviese haciendo una especie de repaso de todo lo aprendido antes de abandonarlo totalmente, dando un auténtico salto que nada tiene que ver con los progresivos cambios experimentados por su arte en estos últimos años.

El gato y la campesina conservan todavía restos de un realismo que, por el contrario, el contexto espacial en el que se mueven ha perdido. Los colores, todos de gama muy oscura, sólo tienen luz y vivacidad en algunos detalles que van desde el blanco del turbante que envuelve la cabeza de la masovera, pasando por la pata del conejo que tiene en la mano, hasta las uñas de sus pies, en una especie de recorrido que nos lleva después al gato, a su lado, hasta el fondo, donde se ve un triángulo. El fondo de detrás de la mujer, con unas vigas, nos sitúa al parecer en el interior de una vivienda campesina.

Los grandes pies de la masovera, que parecen basas de columnas, son interpretables cono una alusión a sus orígenes, además de su estrecha relación con la tierra, pero sobre todo recuerdan la influencia de Léger y Gris, amén de la ya mencionada de Picasso.

La divergencia que se había abierto entre la síntesis de impronta cubista y la vena naturalista que llega a su extremo en la Masía imponía una elección en este punto.