Hacia 1814
Óleo sobre lienzo, 212 x 146 cm Madrid, Museo Nacional del Prado

Francisco de Goya - Fernando VII con manto real

Forma parte de un grupo de retratos ejecutados por Goya para el rey en el momento de su regreso a Madrid y, por tanto, hay que fecharlo inmediatamente después del final de la guerra. Lienzo gemelo del retrato de Fernando VII en uniforme de generalísimo, presenta al rey revestida con las insignias de su reconquistado rango: el manto color púrpura, el bastón de mando, las condecoraciones, la banda de Carlos III y el Toisón de Oro. La pincelada es 'esbelta y poco densa, plumosa; la consistencia airosa del voluminoso manto real contrasta con la definición más apretada del rostro, en el cual Goya va rastreando todos los espías fisiognómicos del carácter del personaje. En realidad, a pesar de la riqueza de los ropajes, lo que atrae la atención es el rostro, del que rezuma una idiotez exaltada y feroz de la cual Fernando VII dará amplias pruebas desde el mismo año 1814, persiguiendo por igual a las élites intelectuales de inspiración liberal y a las fuerzas populares que habían reconquistado el trono para él. Las relaciones entre Goya y el rey fueron más bien superficiales; el monarca posó para él sólo en una ocasión y durante apenas media hora (por esto, el escorzo del rostro es el mismo en el otro retrato) y de hecho, en esta fecha, Fernando VII estaba ya trasladando su predilección personal al ingenio, más académico y doméstico, de Vicente López Portaña, pintor valenciano que sustituirá a Goya en el cargo de pintor de cámara.