1798
Óleo sobre lienzo, 185 x 125 cm París, Musée du Louvre

Francisco de Goya - Ferdinand Guillemardet, embajador de Francia

El retratado (hacia 1765 - 1808) fue nombrado embajador de la República Francesa ante el rey Carlos IV en Madrid en 1798. Ese mismo año, el ambicioso diplomático posó para el retrato que deseaba le hiciese el célebre pintor del rey. El modelo aparece de cuerpo entero, sentado en una actitud deliberadamente forzada y mirando por encima del hombro hacia el espectador. Un paño adamascado y dorado cubre la mesa en la que está el sombrero adornado con plumas, símbolo del papel político del embajador, junto a algunas hojas de papel y un tintero, habitualmente presentes en los retratos de escritores e intelectuales. El fondo claro, luminoso, contrasta con la tonalidad azul oscura del uniforme y con el neoclásico peinado de rizos que enmarca el rostro y lo hace resaltar. Goya retrata al diplomático rodeado de la divisa oficial, con los colores de la bandera bien visible en las cintas y plumas, de unas calidades frescas y preciosísimas, y nos ofrece la imagen de un hombre agudo, emprendedor y vanidoso, en el cual se compendian la prontitud en la acción y la frivolidad de las actitudes, como se manifiesta en la pose graciosa pero petulante de Guillemardet, que en esto reunía dos cualidades típicamente francesas.