1927
Oleo sobre lienzo,
130 x 97 cm
Nueva York, Revlon Collection

Miró - Fondo azul

Ante un fondo de un nuevo e intensísimo azul ultramar, Miró da el salto en el vacío ya iniciado con sus primeras obras surrealistas. El color domina la escena; ante él se recortan formas y flotan líneas sutilmente trazadas y partidas en pequeños fragmentos. Es el fondo el que da el título al cuadro, en el que podemos dibujar lo que queramos, como en una pizarra de la imaginación. El azul protagonista desborda los límites del marco y se reviste de todos los significados simbólicos que desde siempre lo acompañan. Es el color del sueño, de la espiritualidad, de la inmensidad que vemos cuando miramos al cielo, donde las figuras adquieren mucha mayor relevancia precisamente porque surgen de un fondo uniforme e ilimitado; su poder expresivo cobra energía y vida del contraste con el azul. Ese mismo año, Miró realiza diversos cuadros titulados Fondo azul, una especie de pequeña serie en la cual no se puede dejar de advertir la sugestión de las máquinas voladoras y los tiovivos fantásticos de Alexander Calder. En 1926, el escultor estadounidense había expuesto sus primeras esculturas de hilo de hierro en París y fue justo ese año cuando ambos artistas se conocieron. Si en Calder vemos juegos animados en la tridimensionalidad de la escultura, aquí tenemos un efecto de relieve que hace resaltar las formas. Tenemos “el movimiento en la inmovilidad... lo infinito en lo finito”, por decirlo con las palabras de Miró.