Año 1634-1635
Óleo sobre lienzo, 307 x 367 cm Madrid, Museo Nacional del Prado

Diego Velázquez - La rendición de Breda (Las lanzas)

El cuadro ensalza las manifestaciones de humanidad después de los horrores de la guerra. La lucha por el dominio de los Países Bajos perfiló la futura afirmación de España como potencia mundial. La fortaleza más importante de los Países Bajos meridionales, Breda, en Brabante, constituía un punto estatégico militar; el mejor capitán de Felipe IV en la Guerra de los Treinta Años, Ambrosio de Spínola, rico aristócrata genovés, la había valorado correctamente. En el frente opuesto estaba al mando Justino de Nassau, militar igualmente famoso en Europa.

La entrega de las llaves tras la rendición de la ciudad de Breda tuvo lugar el 5 de junio de 1625; Velázquez pinta el episodio para el Buen Retiro diez años después, presentándolo como un momento tangible, sucedido en realidad. El ejército derrotado pudo abandonar la ciudad sin verse ultrajado, llevándose consigo armas e insignias. Spínola esperaba con algunos nobles, a caballo, a las puertas de la ciudad. Saludó con magnanimidad al general holandés, que salió el primero de la fortaleza seguido de su mujer en una carroza.

En Madrid, la victoria fue acogida con gran entusiasmo y alivio. En noviembre de 1625 se había representado también en la capital española una obra de Calderón de la Barca que tenía por tema el asedio de Breda. En ella, Spínola se dirige a su adversario con una frase orgullosa y al mismo tiempo humilde que se ha hecho proverbial: "El valor del vencido hace famoso al que vence". Es probable que el joven Velázquez asistiera a la representación en la corte; nueve años después traslada la historia al lienzo, después de hacer varios estudios preparatorios. Nunca satisfecho, realizó correcciones y repintes, pero la obra definitiva se muestra impregnada de un ligereza infinita; es uno de los cuadros de argumento bélico más célebres y perfectos de la historia del arte.