Año Hacia 1631
Óleo sobre lienzo, 248 x 169 cm Madrid, Museo Nacional del Prado

Diego Velázquez - Cristo crucificado

La formación de Velázquez está cerca de su conclusión. La reanudación de los encargos artísticos y la vida palaciega le hacen recuperar los temas religiosos que había cultivado en sus años sevillanos, alternando obras de devoción con cuadros de corte. En la disposición del Cristo se percibe un eco clasicista derivado de los pintores italianos. Este lienzo forma parte de un grupo de obras de contenido religioso, entre las cuales figuran Cristo en la cruz, La tentación de santo Tomás y Cristo a la columna, que el artista realiza a principios de los años treinta. El más famoso es este Cristo, no sólo por su valor emotivo y estético sino también por las leyendas que rodean su origen, ligado al convento de San Plácido de Madrid. Se cuenta que Felipe IV lo había mandado realizar como exvoto de penitencia por su amor sacrílego por una joven religiosa.

El cuadro infunde serenidad. Aumentan la sensación de sosiego las escasas gotas de sangre y los pies apoyados en una ménsula a la que están sujetos por clavos, como aconsejaba Pacheco en su tratado Arte de la pintura. Los miembros y el cuerpo, gratamente modelados, está iluminados por una luz clara procedente del ángulo superior izquierdo, como en los cuadros caravaggescos, pero sin destacar las sombras, ya que el Cristo y la cruz se recortan ante un fondo ya casi totalmente negro. La imagen del cuerpo de Cristo, realzado por los tonos claros de las carnaciones en contraste con el fondo oscuro, halla su correspondencia en los cánones del clasicismo que Velázquez ha asimilado en el reciente viaje a Italia.

El elemento en el cual se concentra el drama es la cabeza caída, con un mechón de cabello que se escapa de la corona de espinas. Se dice que el artista, irritado, realizó velozmente esta parte de la cabellera, cubriendo la mitad del rostro. Una elección poco común y de carácter culto es el texto "Jesús Nazareno, rey de los judíos" completo y en las tres lenguas (hebreo, griego y latín) en lugar de la fórmula abreviada INRI.