1888
Óleo sobre lienzo aplicado sobre cartón,
31,5 x 34,5 cm
Otterlo, Króller-Müller Museum

Vincent van Gogh - Sauces a la puesta de sol

El cuadro fue pintado por Van Gogh en Provenza en el otoño de 1888. El pintor realiza aquí una imagen de una fuerza extraordinaria, dotada de un gran impacto emotivo. Una franja azul central, ante la que se recortan las siluetas simplificadas de los sauces, sintetizadas en pocas líneas marrones, hace de línea divisoria entre el cielo y el campo, dos zonas de color cálido, cargadas de rojos, anaranjados, amarillos. Como en el Sembrador a la puesta de sol del mismo museo, el sol es un disco del cual parten largas estrías de color que transforman el astro en un verdadero centro de irradiación de energía. Para equilibrar la potencia de semejante cielo, Van Gogh ha concedido un amplio espacio a la hierba alta y seca del campo, encuadrada en primerísmo plano. Da casi la impresión de que estamos tendidos en el prado, mirando hacia el horizonte. Entre tierra y cielo se interponen los perfiles de tres sauces pelados, dipuestos en una línea diagonal, que dividen rítmicamente la imagen. Sus ramas desnudas se alargan hacia arriba y quedan cortadas por el propio margen del soporte. Mediante el juego de claroscuros y la alternancia de tonos cálidos y fríos, todos ellos cargados de color, Vincent da cuerpo a una visión poderosa. Las masas están sintetizadas al máximo, las largas pinceladas generan una retícula de líneas entre los ojos del observador y el fondo. El pintor estaba atravesando un período de gran felicidad creativa y escribió a Theo que se hallaba en un "estado febril" en el cual pintaba sin cesar, sin parar ni siquiera para comer. Su estilo estaba en plena evolución; manifestaba a su hermano que había "decidido no dibujar más el cuadro al carboncillo. No sirve para nada; si se quiere un bien dibujo, hay que ejecutar directamente con el color" (carta a Theo 539, septiembre de 1888).