Año 1654
Oleo sobre lienzo, 142 x 142 cm Paris, Musee du Louvre Firmado y fechado -REMBRANDT F. 1654"

Rembrandt - Betsabe con la carta de David

No se conoce la trayectoria antigua por las colecciones en el caso de este cuadro, que en el transcurso del siglo XIX aparecio varias veces en el mercado anticuario. En 1869, gracias a un legado, el Louvre entro en posesion de la que con derecho puede considerarse una de las obras Inas bellas de Rembrandt.

En el cuadro se representa el momento primero de la historia bfblica de Betsabe, mujer de Urfas: una tarde, el rey David la vio mientras se bafiaba y, mandando mensajeros a apoderarse de ella, la convirtio en su amante. Al morir su marido en la guerra, la mujer (que llevaba un hijo de David en su seno) se puso de luto y, pasado el dempo prescrito, se casó con el rey. Rembrandt representa el bafio de Betsabe eliminando todos los elementos narrativos del entorno previstos por la tradiciòn iconografica: en la escena no aparecen ni el rey ni el mensajero, ya que la Unica traza de la invitación de David es la carta de amor que la mujer tiene abierta en la mano. Su mirada absorta sugiere la discordia interior entre la fidelidad a su marido y la obediencia al rey; se prefigura de este modo el posterior desarrollo de la historia, que depende exclusivamente de la elección de Betsabe. La figura de la mujer, desnuda y a tamatlo natural, ocupa gran parte del cuadro; esta sentada junto a la barlera, en un Banco cubierto por un rico brocado y una tunica Blanca, y a sus pies se ye a una vieja sirvienta. El color y la luz estan gobernados con una clasica severidad: en las tonalidades doradas de la carnation de Betsabe se percibe un eco de la pintura veneciana. Numerosos elementos de la composiciòn revelan el conocimiento que Rembrandt tenfa de un bajorrelieve clasico reproducido en un grabado de 1645; de esta fuente se derivan asimismo el sentido estatico y el rigor compositivo de la imagen. El caracter majestuoso y el aspecto estatuario de la figura son por lo demas los mismos del Aristoteles contemplando el busto de Romero, pintado un afio antes que la Betsabé.