Año 1918
Óleo sobre lienzo, 41 x 36,8 cm Besarnon, Musée des Beaux-Arts

Pierre-Auguste Renoir - Retrato de Adéle Besson

Adéle y Georges Besson son dos apasionados mecenas de arte que en su colección reúnen obras de Renoir, Berthe Morisot, Maillol, Camille Claudel, Van Dongen y Picasso.

Tienen relación con Albert André, joven pintor amigo de Renoir que visita con frecuencia al viejo maestro en su retiro de CagnessurMer.

El rostro de la mujer es situado ante un fondo indefinido, pintado con una materia pastosa, abocetada con gran inmediatez.

La pincelada menuda, grasa, modela la forma del rostro, al cual confieren luminosidad los fuertes contrastes cromáticos.

Escribe Georges Riviére que lo que hace de Renoir un excepcional retratista es su despojamiento del modelo de todo accesorio artificial ligado a su categoría social, ya se trate de lavanderas o de mujeres de mundo, de adultos o de niños: "Logra liberar de toda incomodidad a la persona que posa; muchos recuerdan la paciencia, la amabilidad que usaba para ganarse su simpatía" y conferir al cuadro esta libertad compositiva.

La actividad tardía de Renoir se caracteriza por el predominio de tonalidades amarillorojizas, de los colores del sol y de las rosas: el anciano maestro, inmerso en la naturaleza mediterránea de Cagnes, expresa su intensa luminosidad solar en cada pincelada que traza fatigosamente sobre el lienzo.

Se ata los pinceles a las manos, paralizadas por una artrosis deformante, y el pintor, vivo solamente durante las horas que puede dedicar al arte, valiéndose de un caballete movible que reduce al mínimo todos sus movimientos, pinta todavía con la felicidad y la ingenuidad de un niño desnudos y rostros femeninos, yuxtaponiendo las carnaciones de las retratadas al color de las rosas y confierendo a la materia pictórica una nueva frescura.