Año 1908
Óleo sobre lienzo, 81 x 64 cm Londres, Courtauld Institute Gallery

Pierre-Auguste Renoir - Retrato de Ambroise Vollard

Ambroise Vollard es uno de los marchantes más conocidos de París en los años entre el siglo XIX y el XX.

Inicia su actividad en el decenio de 1890 y pronto consigue notables éxitos merced a un agudo sentido de los negocios y sobre todo al valor de ofrecer novedades al público.

Por consejo de Pissarro, Vollard organiza en 1895 la primera exposición individual de Cézanne y al año siguiente el marchante obtiene la exclusiva sobre la producción pictórica de Paul Gauguin.

Ya entrado el siglo XX, Vollard será uno de los marchantes más cercanos a los experimentos formales de los cubistas, un hecho atestiguado por el retrato que le hace Picasso (1909-1910), en el cual la cabeza del marchante aparece tallada en un mosaico de mil fragmentos geométricos.

Vollard y Renoir se conocen en 1894; en 1918 el marchante publicará una biografía del pintor, a la cual contestarán después los amigos del pintor, acusando al autor de incluir anécdotas y conversaciones totalmente inventadas.

A diferencia de otro retrato en el que Vollard aparece vestido de torero (1917), Renoir compone este cuadro de manera sobria, a fin de poner de relieve la seriedad, el fino gusto y la extensa cultura del marchante parisiense.

La tipología iconográfica de la pintura se inserta en la tradición del retrato de los siglos XVI y XVII; piénsese en las actitudes de coleccionistas y mecenas en los retratos de Lorenzo Lotto y el Brozino. En este cuadro, el marchante está examinando una estatuilla de Aristide Maillol, el escultor amigo de Maurice Denis y del grupo de los Nabis, que visita a Renoir ese año.

El anciano pintor parece muy interesado en la obra de Maillol, con quien parece compartir la pasión por los cuerpos femeninos de formas amplias y mórbidas. No es casual que Richard Guino, que ayuda a Renoir en sus experimentos escultóricos, sea un alumno de Maillol introducido en el estudio por mediación de Vollard.