Año Hacia 1876
Óleo sobre lienzo, 63 x 53 cm San Petersburgó, Museo Estatal del Ermitage

Pierre-Auguste Renoir - Mujer de negro

En el centro sitúa Renoir el pálido rostro de una mujer desconocida, apenas vivificado por toques de carmín en las mejillas y en los labios. En la amplia superficie blanca parece difícil distinguir el paso del mentón al cuello, pintados con la misma tonalidad cromática. La blancura de la piel de la mujer está tratada con un modelado estudiado con esmero: en la amplia obra de Renoir es frecuente que un rostro femenino adquiera un aspecto fragilísimo de porcelana.

La pintura, carente de efectos de claroscuro en el rostro, contrasta, sin embargo, con el toque veloz y alusivo con que Renoir indica el vestido, las mangas blancas y el pañuelo azul de cuello, que sugieren una pintura improvisada, derivada de una impresión momentánea. Igualmente desenvuelta y sumaria es la indicación del papel de pared que se entrevé en el fondo, con flores celestes sueltas sobre gris.

Según la técnica utilizada, unas veces sumaria, otras descriptiva y atenta a los detalles, Renoir parece llevar al contemplador de la mano e indicarle las partes que le han llamado especialmente la atención: en este caso, los ojos de la mujer, sus labios, las joyas y otros elementos como las elaboradas mangas, en las que detienen los rayos de luz. Para las partes restantes, se limita a sugerir, a indicar, sin dibujo ni esquema preparatorio alguno en la mente: una de las características principales del arte de Renoir es precisamente esa extrema e instintiva libertad y felicidad en el pintar, que da la impresión de estar ante un pintor que experimenta placer, que casi se divierte con su trabajo.