Año 1670 a 1680
Oleo sobre lienzo, 293 x 207 cm Londres, National Gallery

Bartolomé Esteban Murillo - Las dos Trinidades

Murillo interpreta este tema en dos ocasiones, una al comienzo de su carrera y otra al final. La primera obra, en el Museo Nacional de Estocolmo, es obra de juventud en la que prevalece la huella de sus primeros maestros. La segunda, que atesora la National Gallery, es una de las mejores pinturas de sus últimos años. Representa la unión espiritual de la Sagrada Familia humana y la Santísima Trinidad, pero el arte de Murillo lo transforma en algo cercano.

La composición sigue un esquema clásico y simétrico en el que las figuras de la Sagrada Familia se ordenan piramidalmente. Sobre ellas, en uno de los últimos rompimientos de gloria de su carrera, el pintor sitúa a Dios Padre y a la paloma, símbolo del Espíritu Santo, en perfecto eje con el Niño Jesús. Una vez más, Murillo subraya la humanidad de los protagonistas de la Historia Sagrada, como si quisiera recordarnos que ellos también vivieron humildemente entre nosotros. El Niño, colocado por san José y la Virgen sobre un pedestal, mira hacia su Padre con la melancolía de quien conoce su trágico destino, como ya había sido representado frecuentemente desde el Renacimiento. Llama la atención que el semblante del Niño se inspire en el de la Inmaculada Concepción del Escorial del Museo del Prado.

La Virgen y san José parecen ajenos a la tristeza del Niño, y le dan la mano para que no se caiga. De hecho son dos progenitores que muestran orgullosa y amorosamente a su hijo. De nuevo, el rostro de la Virgen, uno de los más bellos y naturalistas de Murillo, recuerda el de la Santa Justa del Museo de Dallas. San José es la interpretación más juvenil del patriarca de todas las de Murillo y tal vez también, la más refinada.El cuadro debió de ser un encargo para Cádiz, pues en 1708 figura en esta ciudad en posesión del marqués de Pedroso. En 1810 la obra estaba en Londres en poder de Buchanan, marchante especializado en la obra de Murillo, en cuya casa fue admirado por sir Thomas Lawrence. Llega a la colección inglesa en 1837.