Año 1662 a 1665
Óleo sobre lienzo, 172 x 285 cm París, Musée du Louvre En un rótulo: IN PRINCIPIO DILEXIT EAM

Bartolomé Esteban Murillo - El Triunfo de la Inmaculada Concepción

Es compañero de La Iglesia triunfante, también para la iglesia sevillana de Santa María la Blanca y hoy en la colección del Faringdon Trust. Los dos cuadros fueron cortados por los lados y quizá en altura. Aquí, el centro estaría aproximadamente en las manos de la Virgen. Para ilustrar el dogma de pureza, Murillo se desliga de la tradicional representación individual de la Virgen, sólo rodeada de querubines, e introduce un grupo que participa de la visión del suceso místico. Este tipo de composición era frecuente en la obra del Greco, y en la pintura manierista en general, por lo que en este momento resulta un poco arcaizante, lo que no impide que Alonso Cano la utilice también en algunos cuadros de estos años.

La Virgen se aparece a los fieles sobre un esplendoroso celaje anaranjado, con la media luna a sus pies y ataviada con los característicos ropajes azules y blancos. Del tratamiento de los paños no se desprende sensación de movimiento, como si se exhibiera magnánime y estática ante la devoción popular. El delicado rostro de la Inmaculada es el de una mujer algo mayor que la niña del cuadro de El Escorial, y en cualquier caso está mucho más idealizado. Mira ensimismada hacia algún lugar indefinido y une las manos en un delicioso y elegante gesto que Murillo siempre repite y siempre pinta diferente.

En contraste a la plasticidad con la que están pintados los fieles del primer plano, la Virgen parece que se difumina sobre el fondo celeste, gracias a la delicada transición entre los tonos blancos, naranjas y trigueños. El grupo de la izquierda, de un admirable realismo, muestra una galería de reacciones emotivas ante la visión de la Virgen, que van desde la piedad del religioso que cruza las manos sobre el pecho, hasta la juvenil exaltación del muchacho. Se trata de personajes contemporáneos, cofrades y religiosos de la iglesia de Santa María la Blanca, de los que sólo se conoce el nombre del párroco, don Domingo Velázquez Soriano.