Año 1650 a 1655
Óleo sobre lienzo, 311 x 249 cm Madrid, Museo del Prado

Bartolomé Esteban Murillo - San Bernardo y la Virgen

Murillo alterna los cuadros de figuras aisladas con lienzos ambiciosos como éste: la Virgen se aparece a san Bernardo para ofrecerle su leche como premio a su defensa mariana a través de escritos y loores. Por el tema del lienzo y por sus considerables dimensiones, es probable que se trate de un cuadro de altar para un convento cisterciense, emparejado con La imposición de la Casulla a San Ildefonso, de tema y proporciones semejantes. Las dos obras se citan en 1746 en el Inventario del Palacio de la Granja (Segovia) entre las obras de la colección personal de Isabel de Farnesio, lo que parece indicar que fueron adquiridas por la reina durante sus años de estancia en Sevilla. La sencillez compositiva pero sobre todo la monumentalidad y la iluminación contrastada retrotraen su fecha a la década de los cincuenta.

El lienzo se organiza sobre una diagonal que lo divide claramente en dos ámbitos, uno celestial formado por la Virgen con Niño y el cortejo de numerosos ángeles, y otro que conforma la celda del monje con su mesa, el libro abierto, la jarra de azucenas y la librería. En primer término, Murillo aprovecha para introducir un hermoso bodegón de libros y un báculo, que simbolizaría la dignidad episcopal rehusada por el santo.

El rompimiento de gloria es el de más amplitud pintado por el artista hasta este momento y anuncia no sólo el magnífico celaje de ángeles de San Antonio con el Niño (1665) de la catedral de Sevilla sino todos los celajes angelicales que rodearán a sus famosas Inmaculadas. En esta obra, los ángeles revolotean formando un círculo alrededor de la Virgen, cuyo manto ondea ampulosamente, creando un efecto muy barroco y dinámico. Santo y Niño se inspirarían en modelos, mientras que la Virgen presenta las características facciones a medio camino entre el naturalismo elegante y la idealización.