1926
Oleo sobre lienzo,
73 x 92 cm
Filadelfia, Philadelphia Museum of Art, Gallatin Collection

Miró - Perro ladrando a la luna

En esta fase, Miró hace una serie de cuadros que representan una especie de paisaje horizontalmente dividido en dos partes. Ante un fondo de los colores de la tierra, tratado de manera bastante plana, destacan figuras y objetos que parecen recortados como siluetas para un collage. Es evidente la influencia de Arp en estas obras.

Miró crea un clima humorístico y narrativo al mismo tiempo, un relato que pertenece a un universo irreal y fantástico que funciona con arreglo a sus propias normas.

En esta etapa, los títulos de sus obras tienen gran importancia para su comprensión: son a modo de pequeños versos poéticos que nos indican qué camino hay que tomar. Pintura y poesía son ahora la misma cosa.

Este perro que ladra a la luna -título que ya de por sí evoca una realidad en la que todo es posible, en la que se puede llegar a la luna simplemente subiendo a una escalera- nos lleva a una especie de poesía de fábula cuyos protagonistas son seres de fantasía muy próximos a los que animaban el Carnaval de Arlequ-tn.

Subir una escalera para alcanzar la infinita oscuridad de la noche ya no da miedo; Miró ha desafiado el temor colectivo a lo desconocido, a lo tenebroso, con la ironía de una burla. Así de fácil parece todo en este mundo surreal, donde incluso elementos que siempre han formado parte de nuestro universo adquieren mayor intensidad y significado.