1786-1787
Óleo sobre lienzo, 277 x 192 cm Madrid, Museo Nacional del Prado

Francisco de Goya - La primavera o Las floreras

Este cartón forma parte de una extensa serie ejecutada entre 1786 y diciembre de 1788 y destinada a la producción de tapices para los apartamentos del rey Carlos III en el Palacio del Pardo, serie con la cual Goya retoma el encargo de los cartones tras interrumpirlo en 1780. Se había proyectado un primer grupo, en el cual se inserta nuestro lienzo, para el comedor del rey; se compone de las cuatro estaciones y de temas de género popular. En esta pintura se representa la primavera sin el menor esfuerzo retórico, de una forma muy sencilla: una joven arrodillada ofrece una flor a una mujer que tiene de la mano a una niña. Detrás de ellas, un hombre hace señas al espectador, poniéndose el dedo en los labios como para conminarlo a que no revele su presencia y no estropee la sorpresa que va a dar a la mujer que camina delante, mostrándole de improviso un gazapillo: un detalle cautivador pero no gratuito, pues la liebre es símbolo de la fecundidad y aparece asociada a la primavera ya en la Iconología de Boudin. Desde un punto de vista compositivo, se advierte una cita de Las Meninas en la joven arrodillada e inclinada hacia la mujer, actitud que puede hacer referencia al tema de la ofrenda a Flora, tratada por el pintor del siglo XVII Juan van der Hamen en un cuadro ya entonces en las colecciones reales y hoy en el Prado, en el cual un niño arrodillado se vuelve hacia Flora entregándole un ramillete de rosas. La superficie del cuadro está pespunteada de notas coloristas destacadas y brillantes: rojos, verdes, azules, rosas, blancos que no se funden en una tonalidad dominante sino que cantan de forma singular en el aire terso y como deslavado. Es preimpresionista la vista urbana del fondo, abocetada en dos únicos colores, un rosa cálido para las luces y un gris plomo para las sombras.