1905
Aguada sobre cartulina, 67 x 51 cm Moscú, Museo Pushkin

Picasso - Muchacha de Mallorca
La joven retratada aparece aquí sola, pero la volveremos a ver, algunos meses después, en la obra Los saltimbanquis, cuadro que es un resumen de muchas de las obras que Picasso había ejecutado en los meses anteriores; en él encontramos al Bufón senta-do, a la Niña con perro, la figura de Arlequín que era protagonista de numerosos cuadros y a un lado, un poco aislada, a la Muchacha de Mallorca. El artista condensa en este gran lienzo todas las figu-ras del circo que habían poblado su imaginario. La escritora Gertrude Stein, amiga de Picasso y coleccionista de su obra, habla en su biografía del pintor de lo atraídos que se sentían los artistas de aquella época por el mundo circense: "A los pintores siempre les ha encantado el circo; aunque ahora ha sido reemplazado por el cine y por los clubs nocturnos, le encanta re-cordar a los payasos y acróbatas circenses. En aquella época, al me-nos una vez a la semana se reunían todos en el Circo Medrano. Se sentían muy orgullosos de poderse mezclar con prestidigitadores, ca-ballos y jinetes". A pesar de que el circo se ve muchas veces como símbolo fes-tivo y colorista de una ciudad, Picasso parece captar sobre todo su aspecto vagabundo y melancólico. La Muchacha de Mallorca, de cuerpo delgado y seco, tiene la mirada ausente y está sola, consciente de los sacrificios que comporta la vida nómada. El velo, que desde el cabello le cae delicadamente sobre los hombros, enmarcándole el rostro, y la mano, de largos dedos ahusados, le confieren una elegancia sobria y una actitud sinuosa y llena de gracia.