1957
Óleo sobre lienzo, 194 x 260 cm Barcelona, Museu Picasso

Picasso - Las Meninas, de Velázquez

Picasso había visto el cuadro de Velázquez a los catorce años, cuando su padre lo llevó a ver las obras maestras del Prado. Desde entonces estuvo fascinado por dicha pintura y por las complejas relaciones entre los personajes. Además, siempre, pero sobre todo en aquellos años, Picasso ejecutó diversos trabajos sobre el tema "el pintor y la modelo", auténticas reflexiones sobre el significado de la creación, sus secretos y el lugar de intercambio entre creador y objeto de la creación. En la primera gran tela de la serie Las Meninas, Picasso abre los postigos para iluminar la oscura estancia seiscentista. La sala de 1957 parece mucho más grande, casi infinita, en comparación con la representada por Velázquez; el efecto se obtiene gracias a la utilización de una luz ácida, nocturna, asociada a la descomposición en facetas angulosas de los planos que desaparecen en la profundidad de la escena. El pintor se muestra mediante una extraña composición de elementos antropomórficos. Picasso dedica a la infanta y a su dama de compañía una atención especial que no reserva a las otras dos mujeres, cuyos rostros están tan estilizados que se asemejan a los símbolos que aparecen en las señales de circulación.