1934
Óleo sobre lienzo, 97 x 130 cm Colección particular

Picasso - Corrida

Representa la batalla entre un toro y un caballo entre rostros fmeninos, apenas indicados, que observan el sangriento espectáculo. La obra se caracteriza por unas formas planas y simples, muy similares a las de las pinturas románicas de la iglesia de San Clemente de Tahull, que Picasso visitó durante sus estancias veraniegas en España. La manera en que se representa a los dos animales se acerca mucho más a un estilo decorativo que a las formas escultóricas de Figuras a la orilla del mar (1931) y de Mujer con sillón rojo (1932). Los contornos se definen con líneas de colores distintos. El cuerpo del caballo parece encerrado en un marco semejante a la mandorla en la que representaba a Cristo en la Ascensión. La cabeza del toro se reduce a una estructura de triángulos descompuestos por la boca exageradamente abierta, que hunde y descuartiza al caballo. La figuras que, como fantasmas, aparecen a los lados de la escena principal se asemejan, por la disposición a franjas y el aspecto devoto de los rostros, vueltos hacia el centro, a los ángeles que acompañan a Cristo bendiciente. Con un procedimiento contrario pero similar al empleado para la Crucifixión, Picasso introduce dentro de una escena pagana una dimensión religiosa, mientras que, en dicha obra, se introducían objetos y elementos paganos en la iconografía tradicional cristiana y la enriquecían.