1923
Óleo sobre lienzo, 130 x 97 cm París, Musée National d'Art Moderne, Centre Georges Pompidou

Picasso - Arlequín (Retrato de Jacinto Salvado)

Después de sus continuos viajes con su amigo el pintor Braque, primero a los Pirineos orientales y después a la Francia meridional, Picasso se dirigió a Italia Roma, Nápoles y Pompeya, donde halló inspiración para la vuelta a una figuración más naturalista y para la recuperación de un estilo clasicizante. En Picasso, sin embargo, el descubrimiento de los antiguos no tiene nada que ver con la retórica del "regreso al orden", sino más bien con un acercamiento original al dibujo de Ingres. El pintor catalán Jacinto Salvado es retratado varias veces por Picasso con el traje de arlequín que Jean Cocteau dejó en el estudio de la Rue Schoelcher en 1916. El cuadro demuestra que se presta evidente atención a un lenguaje lo más neoclásico posible. La técnica utilizada en la obra (al parecer inacabada) para obtener luces y sombras perfectas sobre un cuerpo bien proporcionado tiende a hacer preceder a la aplicación del color un dibujo bien organizado; el cuerpo y el traje están dibujados minuciosamente, mientras que la cabeza es perfeccionada con el color, aplicado en una fina trama.