1920
Óleo sobre lienzo, 92 x 65 cm París, Musée National Picasso

Picasso - Mujer sentada

Tradicionalmente se habla de clasicismo en relación con las obras ejecutadas por Picasso entre 1920 y 1923. Las temáticas y el modo de representar a los sujetos protagonistas son evidentes referencias al mundo antiguo, que el artista estudió durante su estancia romana: las mujeres semidesnudas, de las que vemos a veces un seno, los perfiles griegos y la túnicas que las cubren. El clasicismo que guía a Picasso en la ejecución de estas obras se relee con una mirada cubista que lo desarraiga del mundo al que pertenece para reinterpretarlo. Todo es enorme, exagerado y monumental; la mujer aquí retratada es en realidad un gigante bueno, de manos y pies desproporcionados que salen de una túnica tan rígida que semeja mármol. Los colores y los juegos de luz y sombra sirven a Picasso para manipular el cuerpo de la mujer, dándole ese aspecto hinchado y rígido en el cual parece estar congelada. Todo ello, sin embargo, no quita a la figura una elegancia y una feminidad en el gesto y la mirada. La mano apoyada en la cara, en la que tamborilea suavemente, y las piernas cruzadas recuerdan una vez más los delicados movimientos de los personajes de Ingres. La actitud pensativa y el codo clavado en la túnica recuerda, por el contrario, el célebre grabado Melancolía I de Durero. La Mujer sentada es una evolución del Retrato de Olga de 1917, del cual Picasso elimina los elementos realistas como la butaca y el traje de Olga, para llegar a la simplificación formal que sólo se alcanza en la escultura de los años treinta.