1912
Óleo sobre lienzo ovalado, 81 x 54 cm Praga, Narodni Galerie Praze

Picasso - Violín, copa, pipa y tintero

La forma ovalada, que Picasso había adoptado ya en la Naturaleza muerta con silla de rejilla, se convierte en un recurso para contener el empuje de la arquitectura del cuadro que en esta etapa del cubismo analítico, en la cual la intersección de los planos crea una bidimensionalidad cada vez más fragmentada, pasa a ser un explosivo campo de fuerzas. El óvalo, además, es la forma que, más que ninguna, representa el equilibrio dinámico, a diferencia del círculo renacentista, que es síntesis de perfección divina. Al óvalo tendían ya algunas obras de Cézanne; después lo escogieron artistas como Kupka, Delaunay y Mondrian. No se excluye, de todos modos, que la frecuente utilización de esta forma en la producción de Picasso y de Braque estuviese motivada por el poderoso componente simbólico que esta figura geométrica contiene. Entre letras, fragmentos de objetos, frases incompletas y un violín, del cual reconocemos la caja de resonancia y el extremo del mástil, empieza a aparecer el color, que, aunque muy restringido, logra hacerse un hueco en esta composición, la cual prefigura el cubismo sintético.