Año 1679
Oleo sobre lienzo, 274 x 190 cm Madrid, Museo del Prado

Bartolomé Esteban Murillo - Inmaculada Concepción de los Venerables (Inmaculada Soult)

Esta pintura, también conocida como Inmaculada Soult, fue en el siglo XIX uno de los cuadros más conocidos y admirados de Europa. Quizá encargada para el Hospital de los Venerables Sacerdotes de Sevilla, fue sustraída de España por el mariscal Soult para su colección personal. En 1831 Honoré de Balzac le dedicaría los mayores elogios, al escribir que entre las pocas cosas que le habían hecho recordar la gloria del primer amor se encontraba esta Virgen de Murillo. Su fama alcanzó límites desorbitados al ser subastada en 1852 por la viuda del mariscal. Pujaron entre otros, el Museo del Louvre, el zar, la reina de España Isabel II y la National Gallery de Londres; el Louvre pagó 615.300 francos, el mayor precio alcanzado jamás por una obra de arte.

Dejando a un lado la leyenda que se forjó en torno a esta obra, su calidad es indiscutible. La Virgen es muy esbelta y levanta tímidamente la mirada hacia el Altísimo. El gesto de las manos sobre el pecho con los dedos índice y corazón separados es delicioso y sería digno del pincel del mejor Van Dyck. Los angelitos, en contraste con otras Inmaculadas, no portan los símbolos marianos y se limitan a acompañar el movimiento de la Virgen entre juegos. Su refinamiento y dinamismo anticipa el rococó.

El angelito que vuela con los brazos estirados en el ángulo superior derecho ha sido relacionado con uno de los amorcillos del Rapto de Europa de Tiziano, que Murillo pudo haber visto en su viaje a la Corte en 1658. Se trata en definitiva de una de las Inmaculadas más grandiosas de Murillo. Hoy en día, la pintura se encuentra en el Museo del Prado después de un intercambio de obras con el gobierno francés en 1941, que la canjeó por un retrato de Mariana de Austria de Velázquez.