Año 1886
Óleo sobre lienzo, 74 x 53 cm Moscú, Museo Pushkin

Claude Monet - Arrecifes en Étretat

En el mes de septiembre de 1885 Monet vuelve a Étretat, donde había estado ya residiendo y pintando en 1883. En esta zona había pintado también Courbet y como su predecesor, Monet aborda el paisaje sublime de aquellos lugares. El pintor regresa para pintar el mar. Regresa también para admirar el primer espectáculo natural que lo persuadió a dejarse capturar por la pintura en sus años jóvenes v que el escritor Guy de Maupassant, que lo conoce en Étretat en este período, describe de manera en extremo fascinante en Vida de un paisajista su modo de pintar: "Muchas veces he seguido a Claude Monet en su búsqueda de impresiones escribe Maupassant. Ya no era un pintor, sino un cazador. Caminaba, seguido de algunos niños que llevaban sus lienzos [...] Los tomaba o los dejaba, siguiendo cada mutación del cielo, y esperaba, espiaba el sol y las sombras, captaba con alguna pincelada el rayo perpendicular o la nube errante y, eliminada toda vacilación, los trasladaba rápidamente al lienzo. Lo he visto apresar así una catarata centelleante de luz en la escollera blanca y fijarla con una profusión de tonos amarillos que hacían que, de un modo extraño, el efecto sorprendente y fugaz de aquel reverbero fuese inaprehensible y cegador. Otra vez cogió a manos llenas un temporal que se abatía sobre el mar y lo arrojó sobre el lienzo. Y era en verdad la lluvia lo que había pintado, nada más que la lluvia que penetraba en la olas, con las rocas y el cielo casi imposibles de diferenciar bajo aquel diluvio".

La vista está tomada en escorzo desde arriba, de modo que las dimensiones de la costa rocosa aparecen agigantadas. La mayor parte del lienzo la ocupan las aguas de la ensenada, que se muestran en un estado de calma aparente y hacen pensar en la llegada de una inminente borrasca.