Año 1877
Óleo sobre lienzo, 75,5 x 104 cm París, Musée d'Orsay

Claude Monet - La estación de Saint Lazare

En el momento de la partida de los trenes, el humo de las locomotoras es tan denso que no se distingue casi nada": con estas palabras comunicaba Monet a Renoir su idea de pintar la estación de Saint-Lazare. Como mencionan las fuentes, pintará una media docena de lienzos que representan su primera serie sobre un tema único, variado por las diferentes entonaciones y puntos de vista. Los resultados son insólitos y revelan la evidente influencia de las soluciones que la fotografía había podido sugerir. Las escenas están tomadas como a través de la mirada de un gran ojo que observara desde dentro la gran estructura metálica de doble vertiente, pero que por estar demasido desorbitado no puede enfocar bien y lo que ve se resuelve en una inmensa fantasmagoría de vapores que se elevan formando nubes hacia lo alto. Los lienzos se hallan hoy dispersos entre varias colecciones: unos se han quedado en Europa y otros han ido a Estados Unidos.

El Musée de Orsay de París sólo conserva uno. Es difícil apreciar por separado estas obras, concebidas como una serie; ésta del Musée d'Orsay está construida con una extraordinaria simetría que acentúa la sensación de mística verticalidad producida por esta moderna catedral. La cubierta de vidrio deja entrever el cielo de París y la volutas de humo azul dan un tono evanescente y majestuoso al espacio arquitectónico, donde las personas son figuras diminutas y casi imperceptibles. El aspecto visionario que posee el París moderno fue traducido a prosa por Émile Zola en su obra El vientre de París cuando describe el mercado de Les Halles: "Un gran rayo entraba desde el fondo de la calle cubierta, desgarrando la masa de los pabellones con un pórtico de luz, y golpeando la extensión de los tejados esparcía en torno suyo una lluvia incandescente. La enorme osamenta de hierro mudaba de color tiñéndose de azul. Ahora era sólo un silueta oscura ante las llamaradas del sol naciente".