1925
Oleo sobre lienzo,
91 x 73 cm
Londres, Roland Penrose Collection

Miró - Cabeza de campesino catalán

Con este cuadro seguimos en el ámbito de la serie de obras altamente poéticas todo intento de interpretar las cuales sería reduccionista. El mundo de Miró se abre a un universo infinito en el cual líneas y signos afloran al lienzo y misteriosamente toman forma y se animan. Aquí vienen a componer el rostro de un campesino que no tiene nariz ni boca y del cual vemos dos redondos ojos curiosos.

Las líneas, más gruesas y onduladas, que forman la barba y el cómico gorro, típico de las marionetas catalanas obra del artesanado local, completan el cuadro, y se perfila la definición más poética del campesino catalán. Puede verse también el personaje creado por el artista teniendo en cuenta la actividad que vio a Miró dedicado, junto con Max Ernst, en los decorados de Romeo y Julieta para los Ballets Rusos. El color completa la poética del cuadro: de nuevo un fondo azul, en uno de sus diferentes esfumados, el protagonista de casi todas las obras de este periodo. Azul como el color de los sueños poblados de líneas y signos que unas veces dan vida a algo en lo que se puede reconocer un elemento real, otras son sólo líneas y formas fluctuantes en la inmensidad de estos tonos transparentes y movidos, cuya vibración, sea como fuere, percibimos siempre.

La estructura de las cosas, de las líneas, del color es lo que interesa a Miró. Posteriormente el artista se servirá de este mismo vocabulario para dar vida, esta vez, a una poesía que brota de su universo interior y que tiene urgencia de manifestarse.