1788
Óleo sobre lienzo, 225 x 174 cm Madrid, Museo Nacional del Prado

Francisco de Goya - El duque de Osuna y sus hijos

Los duques de Osuna fueron los más afectuosos y sensibles de los patronos de nuestro artista, ya por el gusto con que apreciaban las novedades ya por la cantidad y variedad de los temas encargados. Pedro Téllez de Girón, noveno duque de Osuna, y Josefa Alonso Pimentel, condesaduquesa de Benavente, se casaron en 1774 y tuvieron numerosos hijos, de los cuales sólo sobrevivieron los cuatro que vemos en el retrato. A la izquierda, Francisco de Borja, que sucederá a su padre en el título; sentado, el pequeño Pedro de Alcántara, que será uno de los primeros directores del Museo del Prado; junto a la duquesa, Joaquina, a la que Goya retratará en 1805, ya marquesa de Santa Cruz, en escotado atavío de Euterpe, medio recostada en un diván con la cabeza coronada de pámpanos dorados; y de la mano de su padre, la otra niña, Josefa, futura duquesa de Abrantes. Los cónyuges tenían inquietudes políticas y culturales y su casa era frecuentada por literatos y artistas como los escritores Moratín y Meléndez Valdés, amigos de Goya. Pero en el retrato se evidencia que aquéllos no llevaban una vida de etiqueta, sino que sus relaciones llevaban el sello de una estima y una confianza verdaderas; por lo que podemos deducir de la manera en que Goya expresa los afectos en este cuadro, parecen profundos e íntimos, casi en sordina. Contribuyen a producir esta sensación diversos recursos estilísticos: el espacio indefinido, el fondo de tonalidad neutra, en el cual la luz va creando y difuminando las ligeras sombras, y los tonos suaves y acariciadores de la paleta: grises, rosas, verdes con la única nota sonora del rojo en la casaca del duque. En esta elegancia impalpable, toda ella de signo pictórico, donde no hay traza de bordados detallados y fastidiosos, sino sólo el toque modulado del pincel, parece traslucirse la influencia de los ejemplos más señeros del retrato inglés del Setecientos, en especial de Gainsborough.