1925
Oleo sobre lienzo,
100 x 100 cm
Barcelona, Museo de Arte Moderno

Dalí - Retrato de mi padre (1925)

La figura paterna es una de las más problemáticas de Dalí y su sombra lo acompañará buena parte de su existencia. En la figura de Guillermo Tell -legendario héroe de las sagas suizas, obligado por el malvado Gessler a disparar con la ballesta sobre una manzana colocada sobre la cabeza de su hijo-, que reaparecerá a menudo en algunos de sus cuadros más inquietantes, se oculta el conflicto con la autoridad de su padre, de la cual tratará de emanciparse aun a costa de dolorosos choques.

El intenso tono psicológico de este cuadro nos pone frente a la fuerte personalidad del notario don Salvador Dalí i Cusí, el severo y autoritario padre del pintor, hacia el cual éste experimentará siempre un sentimiento de temor reverencial que se refleja aquí en la dureza casi hostil con que están tratados los rasgos faciales. El carácter de don Salvador, muy lejano del hipersensible y nerviosamente frágil del artista, era concreto y racional, poco idóneo para comprender el anticonformismo de aquel hijo cuyas dotes extraordinarias no podía sin embargo dejar de apreciar. Las relaciones entre los dos se interrumpirán durante largo tiempo, en primer lugar a causa de la vinculación del artista con Gala y luego por la exposición en París de un cuadro del joven artista considerado por el notario Dalí ofensivo a la memoria de su mujer, muerta ocho antes. Sólo después de muchos años habrá un acercamiento entre padre e hijo, si bien las incomprensiones permanecerán hasta el final.