1946
Óleo sobre lienzo, 89,7 x 119,5 cm Bruselas, Musées Royaux des Beaux-Arts de Belgique

Dalí - La tentación de san Antonio

Un tema como éste no podía dejar de fascinar a un artista visionario como Dalí, desde siempre frecuentador del mundo del sueño y la extravagancia. Sus ilustres precedentes entre los más conocidos, el Bosco y Jacques Callot podían suponer una rémora para la libertad inventiva del pintor; con todo, logró crear una imagen nueva y al mismo tiempo fiel a la tradición. Las visiones que el santo ermitaño, desnudo en primer plano, trata de alejar extendiendo ante sí, con el antiguo gesto del exorcismo, una rústica cruz, constituyen un auténtico icono daliniano Predomina en ellas la figura del elefante de Bernini, transfigurado por la fantasía de Dalí y provisto de larguísimas patas, de delgadez inverosímil, que en ocasiones porta sobre el lomo un obelisco, una arquitectura fantástica o una figura femenina desnuda en actitud lasciva. En el fondo a la derecha, el más alejado de estos fantásticos seres carga en la grupa una altísima torre que se pierde más allá de las nubes, sobre las cuales se entrevén edificios, como en un espejismo. En primer plano, un gigantesco caballo blanco encabritado sobre las patas traseras recuerda, con la boca abierta mostrando toda la dentadura, los jumentos esqueléticos que aparecían en los primeros cuadros surrealistas del pintor. El motivo de elefante aracnoide era especialmente caro a Dali, quien lo utilizó en varias ocasiones; figura también en los decorados para la comedia de Shakespeare Como gustéis, puesta en escena en Roma por Lucchino Visconti en 1948.