Año 1888
Óleo sobre lienzo, 90,5 x 72,5 cm, Amsterdam, Van Gogh Museum

Vincent van Gogh - La silla de Gauguin

El cuadro se pensó como pareja de la Silla de Van Gogh. Salta a la vista una serie de notables diferencias al comparar ambas obras. El acorde cromático, ante todo, es completamente distinto. Mientras que Van Gogh utiliza para su propia silla colores claros y luminosos, para la de Gauguin se vale de tonalidades oscuras y fuertes. Prevalecen los colores fríos: el verde y el azul, aunque mitigados por la combinación con el amarillo de los libros y la lámpara y por las pinceladas que avivan el pavimento; el marrón de la silla no es especialmente alegre y contribuye al tono oscuro del conjunto.

En una carta al crítico Albert Aurier, el pintor había descrito el cuadro; los colores correspondían a los reales, pero Vincent hacía un uso simbólico del colorido hasta en el caso de los dos insólitos "retratos". Además, si la de Van Gogh es una simple silla de paja, la de Gauguin es una especie de poltrona, con asiento más grande y brazos. Para simbolizar al ocupante, Van Gogh ha representado libros y una vela. Una lámpara de petróleo ilumina la habitación.

Cuando era algo más joven, Van Gogh se sentía inferior a Gauguin ("Reconozco que mis teorías artísticas son demasiado banales en comparación con la de usted", le había escrito), el cual, todavía lejos de consolidarse como pintor, se había autoproclamado líder de la "Escuela de PontAven". Vincent se mostró siempre agradecido hacia su colega, del cual mantenía haber aprendido mucho. Pero no era un incauto. Ya antes de la llegada de Gauguin había confiado a su hermano: "Siento instintivamente que es un calculador" (carta a Theo 538, mediados de septiembre de 1888) y posteriormente: "Le he visto hacer cosas que ni tú ni yo jamás nos permitiríamos hacer, al tener una conciencia más sensible [...] creo que lo arrastra la imaginación, quizá el orgullo, pero que es muy irresponsable" (carta a Theo 560, noviembre de 1888).