1797-1798
Óleo sobre lienzo, 45 x 32 cm. Madrid, Museo Lázaro Galdiano

Francisco de Goya - El exorcismo

Como el anterior, forma parte de la serie de "asuntos de brujas" para la Alameda y tiene la misma carga terrorífica y al mismo tiempo irónica: el espantado protagonista, al que han sacado de la cama, está arrodillado rezando en pleno campo y de noche, víctima del rito que le imponen unos sospechosos sacerdotes con hábito y deformes cubrecabezas, por encima de los cuales resoplan demonios volantes. Estas figuras se podrían interpretar de . otro modo como las alucinaciones que amenazan al endemoniado, inútilmente postrado en oración, en un intento de liberarse. Como en el caso anterior, es sugestiva la atmósfera lumínica, tomada del natural por Goya: con la noche tenebrosa en lo alto del cielo mientras una neblinosa luz corre rasante por el perfil del horizonte evocando la impresión de unas lejanías perdidas y desoladas, azotadas por el viento. Dentro de la serie, esta obra se relaciona con El aquelarre, Brujos por el aire y La cocina de las brujas por representar conciliábulos y rituales nocturnos de espíritus demoníacos extraídos de las creencias populares; por su contenido se apartan de Don Juan y el convidado de piedra y La lámpara del diablo, que hacen referencia a dramas teatrales del escritor Antonio Zamora y tienen por tanto un origen más docto y a modo de cita concreta.