1935
Óleo sobre tabla, 35 x 27 cm Zurich, Kunsthaus

Dalí - Mujer con cabeza de rosas

Encontramos en este cuadro varios de los más recurrentes motivos dalinianos: el paisaje desolado y cargado de misterio, con la perspectiva que se pierde en el horizonte lejano; el león africano con las fauces abiertas, que aparece desde los primeros cuadros surrealistas y aquí es transformado en un gigantesco vaso para acoger los árboles; el recuerdo de las arquitecturas de Gaudí, convertidas ahora en absurdos muebles vagamente antropomórficos. Las dos figuras femeninas, filiformes y sinuosas, revelan, sobre todo la de la derecha, la paternidad chiriquiana. La cabeza de la figura de la derecha es enteramente sustituida por un ramo de rosas, que recuerda ciertas composiciones manieristas del tipo de Archimboldo, dentro de la cual nos parece vislumbrar un hormigueo de formas genéricamente animales. Se trata de la vuelta a una invención ya experimentada en el retrato de la vizcondesa MarieLaure de Noailles, de 1932, donde una de las dos cabezas del centro de la composición tiene la cabellera cubierta por una floración de rosas de variados colores. También las curiosas manos que forman la cintura y la pulsera se remiten a las que aparecían, mucho más angustiosas, en sus primeras obras surrealistas, pero aquí se reducen a otro elemento decorativo, en coherencia con la debilidad general del resto del cuadro, que tiene algo de artificioso, de gratuito.