1887
Óleo sobre lienzo,
105,5 x 60,5 cm
Amsterdam, Van Gogh Museum

Vincent van Gogh - Japonería: Oirán

La apertura del Japón a Occidente a partir de 1850 deteminó una riauténtica invasión de arte oriental en el territorio europeo. La novedad absoluta de los temas y del estilo, revestidos de un aura de exotismo, dio lugar a una moda y a un fenómeno cultural que fueron etiquetados como "japonismo". Los pintores más vanguardistas, empezando por los impresionistas, se lanzaron a coleccionar las estampas de Hiroshige y Utamaro, a inspirarse en ellas para crear imágenes decorativas, rigurosamente bidimensionales, dispuestas sobre diagonales, en sustitución de los tradicionales encuadramientos frontales. Manet, Degas y Monet estuvieron entre los primeros que utilizaron en sus cuadros estas características y probaron la mano con las llamadas "japonerías". Van Gogh se había aproximado al mundo de las estampas japonesas ya en la época holandesa, durante la cual, a finales de 1885, compró algunas en Amberes. En un principio no las utilizó para cam-biar su propio estilo, pero su interés aumentó hasta hacer eclosión al trasladarse a París, donde incluso organizó una muestra de su propia colección.

De la portada de un número de la revista Paris ilustré en la que se reproducía una figura en kimono de Kesei Eisen el artista sacó un cuadro de notables dimensiones. Vincent creó un pastiche, colocando ante un fondo decorativo la obra de Eisen, tratada como si fuese un manifiesto. El cañaveral del segundo plano está concebido como un divertimento, con una barca que pasa por el río "sobre la cabeza" de la geisa, la cual está "sostenida" por una rana amarillenta, tomada de las Nuevas estampas de reptiles e insectos de Yoshimaru. Vincent había llegado a ser un verdadero fanático del arte japonés, hasta el punto de que el comerciante Bing, punto de referencia para todo el que quisiera adquirir arte oriental, le había concedido libre circulación hasta en su almacén. Japón vino a coincidir para Vincent con la imagen de un mundo utópico, incontaminado, paradisíaco: cuando partió para Provenza, definió el Sur como un "Japón europeo".