1903
Oleo sobre lienzo,
150 x 200 cm
Lieja, Musée d’Art Moderne et d’Art Contemporain

Pablo Picasso - La familia Soler

Picasso se quedó en Barcelona todo el invierno de 1903 porque, como escribió a su amigo Max Jacob, quería “hacer algo”. Dicha estancia, que se prolongó hasta enero de 1904, presenció la realización de algunas de las obras más bellas de la Época Azul. Dos de ellas se diferencian de las demás por sus grandes dimensiones: La vida y La familia Soler.

La obra, encargada por su sastre de Barcelona, al que ya había retratado y al que Picasso cedía sus cuadros a cambio de trajes, representa un grupo familiar: Soler con su esposa, sus cuatro hijos y su perro, merendando en un prado. En el mantel aparecen, junto al vino y a la fruta, una escopeta y una liebre recién cazada.

La actitud de los personajes retratados, que miran fijamente al pintor, confiere al cuadro una sensación de eternidad. El respeto por la intimidad de esta familia y el realismo con que Picasso congela las actitudes y expresiones de todos los personajes recuerdan los cuadros de grupo de Courbet.

En un momento posterior, a petición del propio Soler, el artista consintió en que otro pintor, Sebastiá Junyer Vidal, situara a los personajes en un paisaje. Pero en 1913 Picasso repintó el fondo, modificándolo notablemente hasta devolver a la obra su aspecto originario.