1901
Oleo sobre lienzo,
82,7 x 61,2 cm
Nueva York, The Metropolitan Museum of Art

Pablo Picasso - Arlequín pensativo

Amechados de junio de 1901, Pablo Picasso marchó por segunda vez a París para ver a Pedro Mañach, joven marchante de origen catalán que, mostrándose interesado en adquirir muchas obras suyas, le propuso organizar una muestra en el importante espacio expositivo de Ambroise Vollard. Mañach encontró un estudio para Picasso en el Boulevard de Clichy, cerca del café donde pocos meses antes se había quitado la vida Carlos Casagemas.

En el otoño de ese año, el azul, que en un principio aparecía sólo a trechos en algunas obras como La muerte de Casagemas, Mujer de azul y Niña sentada, deviene cada vez más importante hasta constituir la opción cromática dominante, hasta el punto de que el lenguaje pictórico roza de manera creciente la monocromía.

Este cuadro, junto con Dos saltimbanquis, fue ejecutado durante ese otoño parisiense. En ellos hay aún mucho de la ascendencia española, pero se deja sentir también la influencia francesa que impregna y seduce al joven Picasso.

El protagonista de esta obra está tratado en el mismo decora-tivismo plano que las flores del fondo. Como en un tablero de ajedrez, el Arlequín de Picasso, de contornos abstractos y simples pero firmemente definidos, parece compuesto por trozos y elementos autónomos unos respecto de otros, como un rompecabezas. La simplicidad de los colores y las formas sintéticas recuerdan obras de Gau-guin como Caricatura o Autorretrato.

Los personajes del circo y las máscaras de la Comedia del Arte acompañarán a Picasso toda su vida, atravesando junto con su demiurgo las distintas fases y lenguajes que él decida experimentar y constituyendo un tema favorito en los distintos periodos de su producción.