1900
Oleo sobre lienzo,
88,2 x 115 cm
Nueva York, Guggenheim Museum, Thannhauser Collection

Pablo Picasso - Le Moulin de la Galette

En septiembre de 1900, Picasso, junto con su amigo Carlos Ca-sagemas, llega por primera vez a París con ocasión de la Exposición Universal. A pesar de que ya conocían las obras de los impresionistas y postimpresionistas, gracias a las numerosas revistas francesas que circulaban en Barcelona, la estancia en la capital dio a Picasso la oportunidad de ver y respirar la atmósfera de los café-chan-tants que habían inspirado los colores, las luces y los personajes de Toulouse-Lautrec, Degas y Manet. Este mundo, representado por unos personajes grotescos, sirve a Picasso para expresar, por medio de fuertes contrastes cromáticos y utilizando un lenguaje áspero y estridente, el decadentismo tan sentido por los maestros franceses.

En Le Moulin de la Galette Picasso se sitúa como observador; no hallamos en esta obra ninguna crítica social: es espectador de un espectáculo de mundanidad del cual sugiere solamente la esencia artificiosa y provocativa.

Los ricos y vibrantes colores tienen una luminosidad nueva y totalmente ausente de las obras anteriores del artista. Los rostros son manchas en una atmósfera confusa, que a menudo hace las veces de fondo en las escenas corales de teatro, en las cuales los personajes son percibidos como unas masas lejanas y heterogéneas de colores, materiales, luces y movimientos. La pasión por el teatro acompañará a Picasso toda su vida e influirá en las opciones compositivas de su obra.