1930
Óleo sobre tabla, 50 x 65,5 cm París, Musée National Picasso

Picasso - La Crucifixión

Picasso concluyó esta obra en febrero de 1930. La elección de un asunto sacro no fue un caso aislado en la producción del pintor, que lo repite en algunos dibujos de 1932 inspirados en el altar de Issenheim de Grünewald y en algunos trabajos de los años cincuenta, donde la Crucifixión se mezcla con escenas de corrida. El episodio de la Pasión es enriquecido por elementos y figuras de la vida privada del artista. La opción por este tema no fue dictada por motivos religiosos, sino por la voluntad de transmitir el dolor y la angustia del acontecimiento; no tanto la muerte de Cristo, pues, como la muerte de un hombre y el dolor de los que quedan La Crucifixión anticipa la violencia sufrida por los cuerpos en el Guernica. En el centro se representa a Cristo con una cabeza minúscula y vestido con una túnica corta. Un pequeño personaje rojo sube a una escalera para clavarlo; otro, a caballo, lo atraviesa con una lanza desproporcionada. Una mujer (la Virgen o la Magdalena) parece morder el asta para defenderlo. A la izquierda aparece un monstruo con un largo manto granate, y encima de él un pájaro derribado por un enorme peñasco; el pájaro podría simbolizar la Pasión y el peñasco la esponja empapada en vinagre. A los pies de la cruz, los cuerpos descoyuntados son los de los dos ladrones, cuyas cruces minúsculas vislumbramos. Los dos personajes de primer plano son soldados romanos jugando a los dados sobre un tambor (recuerdo del mundo circense); la túnica de Cristo está abandonada en la playa. Las figuras de la derecha son difíciles de identificar: debajo de la cruz, un rostro de perfil podría ser el de MarieThérése; al lado, se yergue por encima de un rostro de mujer azul y blanco una figura solar desgreñada cuyo significado se ignora, parecida a la cabeza de una mantis religiosa de dientes afilados y cuyos brazos amarillos se alzan al cielo en un gesto de súplica.