1925
Óleo sobre lienzo, 215 x 142 cm Londres, Tate Gallery

Picasso - La danza

El método cubista de describir un rostro simultáneamente desde varios ángulos perspectívicos es desarrollado en 1926, con las cabezas espantosamente deformadas. Ojos, boca, dientes, lengua, orejas y nariz son distribuidos sin ningún orden naturalista en los rostros de las figuras representadas. En algunos casos, los ojos son del mismo lado del rostro y la boca es sustituida por un ojo; a pesar de estas deformaciones, la cabeza humana sobrevive como unidad que expresa poderosas emociones. La danza, que anticipa en formas y composición la Crucifixión de 1930, reinterpreta de manera dramática y perversa el tema de las Tres Gracias. La figura de la extrema izquierda se contorsiona en monstruosos y descompuestos movimientos, que un poco paradójicamente parecen expresar el éxtasis y la fiebre de quien asiste a un antiguo rito. Probablemente, Picasso realizó la mujer después de haber leído algunos tratados de neuropsiquiatría que circulaban entre los surrealistas, y en especial el ensayo de Charcot Les démoniaques dans l'art. Se cree que las tres figuras representan las fases de un "gran ataque de histeria", como los definió Charcot. La primera, como ya hemos subrayado, representa la fase aguda, donde contorsiones y amplios movimientos llevan a la figura a asumir un aspecto grotesco. La del centro adopta una postura ligada a la iconografía de Cristo en la Cruz; atraviesa la fase en la que el histérico parece lograr una aparente calma, como bajo el efecto de los alucinógenos. La última, de aspecto asexuado, está unida por la mano a la de la izquierda.