1925
Oleo sobre lienzo,
250 x 200 cm
Nueva York, The Museum of Modern Art
© 2004, Digital image, The Museum of Modern Art, Nueva York / Scala, Florencia

Miró - El nacimiento del mundo

La obra, de grandes dimensiones, fue realizada por el artista en pocos días sobre la base de algunos bocetos trazados en su cuaderno. Como muchas de sus composiciones, el aparente automatismo oculta a menudo fases de estudio y reelaboración. Miró trasmuta aquí la apariencia en realidad y hace un cuadro cuyo título se refiere precisamente al proceso creativo que escapa a su control habitual.

Las imponentes dimensiones, hasta el momento el más grande del artista, y la técnica que había decidido utilizar requirieron un planteamiento diferente del habitual. Sobre una primera base de cola aplicada irregularmente, el artista virtió capas de barniz negro y transparente, puliéndolo después de manera desigual para crear zonas no homogéneas en el lienzo. Al final hizo gotear un barniz claro, ocre, desde lo alto del lienzo como riachuelos y roció con él la tela. Las formas y las líneas fueron añadidas en un momento posterior.

Por primera vez Miró no tuvo que ir en busca de su imágenes, sino que fueron éstas las que acudieron a él mientras dejaban ir el pincel por las irregularidades de la superficie pictórica. La obra posee la frescura de una ejecución hecha en pocos instantes; los colores arrojados sobre el lienzo aluden al ímpetu creativo y el caos de las emociones.

Este experimento de expresión automática hizo que el artista empezara a ejercer un menor control sobre la composición y el resultado se evidencia de inmediato comparando esta obra con cuadros como El cazador. A primera vista nos damos cuenta de hasta qué punto influiría esta experiencia de Miró sobre los artistas de la Action Painting, desmintiendo la suposición de que el artista no se atrevería a probar suerte en ésta cuando la conoció en su primera estancia en Estados Unidos, en 1947.