1800-1801
Óleo sobre lienzo, 280 x 336 cm Madrid, Museo Nacional del Prado

Francisco de Goya - La familia de Carlos IV

Una de las obras más célebres y verdaderamente "definitivas" de Goya, con la cual el artista estaba poniendo fin a su relación como pintor de corte. Sabemos que, en abril de 1800, el rey había expresado el deseo de que se hiciera un retrato de familia. En consecuencia, Goya se trasladó a Aranjuez, donde residían los soberanos en aquella época del año, con los lienzos y todo el material para trazar estudios de las fisonomías individuales que luego habrían de componer el retrato de grupo. Realizó diez estudios de miembros de la familia, si bien el gran lienzo incluía trece figuras, más el pintor. La extensísima literatura crítica ha abordado sobre todo dos cuestiones: la relación con Las Meninas de Velázquez y el oculto propósito expresivo de Goya. De la obra de Velázquez hereda Goya el autorretrato en el margen izquierdo, la presencia de cuadros en las paredes, la posición central del personaje femenino. Por el contrario, renuncia al complicado juego de espejos, petspectivas y puertas que se abren a otras estancias; enti lugar de esta compenetración de espacios, Goya levanta un muro frontal que aplana el espacio como un telón. Pero delante se mueven las sombras, crean manchas, se arrastran, lamen la orla de las faldas y se deslizan pegadas a las paredes... Según algunos críticos, Goya ha puesto un espejo delante del grupo y lo está retratando en el espejo; esto explicaría tal vez por qué se encuentra detrás de ellos y por qué todas las miradas se dirigen, fijas, a una distancia intermedia, levemente enajenante. En el siglo XIX, Théophile Gautier vio el cuadro en el Prado e intuyó por primera vez su carga satírica. Lo que hoy nos resulta evidente no debía de serlo en el momento en el que se pintó la obra, como testimonian los apreciativos comentarios sobre la labor del pintor en las cartas que se cruzan entre la reina y su amante, Manuel Godoy.