Hacia 1939
Óleo sobre lienzo, 51 x 79 cm Madrid, Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, legado Dalí al Estado español

Dalí - El enigma de Hitler

El motivo del teléfono reaparecerá en varias obras de estos años; desde el Momento sublime hasta el Lago de montaña y a las Violetas imperiales, siempre en relación con los acontecimientos políticos vinculados con la toma del poder por Hitler en Alemania. El desconcierto que se extendió por Europa cuando los nazis mostraron sin pudor su verdadero rostro, anexionando la región de los Sudetes, que formaba parte de la democrática Checoslovaquia, se refleja también en este cuadro, que Dalí afirmaba haber pintado antes de la conferencia de Munich. De ser así, se trataría de una extraordinaria anticipación, como había sucedido con el cuadro Premonición de la guerra civil. Sin embargo, se sabe que al maestro catalán le encantaban las paradojas y las provocaciones, hasta el punto de que su interés por Hitler le causó disgustos con los demás surrealistas y hasta la fama de abrigar alguna simpatía por el horrible personaje, cuya efigie está aquí presente en el fragmento de fotografía que hay en el plato. El auricular del teléfono, con el receptor roto y el hilo cortado, colgado de una rama de olivo mutilada muy similar al árbol pelado de la Persistencia de los recuerdos, tiene que ver con las tentativas de paz que culminaron en la reunión de Munich, en septiembre de 1938. El paraguas que pende de la rama alude al primer ministro inglés, Neville Chamberlain, uno de los protagonistas de la conferencia de septiembre y autor de un flojo intento de hacer volver a la razón al canciller germano. Los murciélagos presentes en la composición podrían aludir a las tinieblas, tanto a aquellas en las que tanto gustan de vivir estos pequeños mamíferos como a las que se estaban extendiendo entonces por Europa, mucho más funestas.